Cada vez que critico a alguien me divido en dos: la que lo está disfrutando como una enana, revolcándose en el fango del menosprecio y de la empatía con la amiga de turno, indignadísima y feliz cual lombriz…y la que piensa que no debería estar haciéndolo, que se pone en el lugar del criticado y cree que no le gustaría nada ser tratada así.
Podría callar a esta segunda, a mi Pepito Grillo particular, si mis críticas fueran monumentos a la literatura, si con la maledicencia y el critiqueo acabara en los libros de la historia como una grandísima escritora, tal como les pasó a Oscar Wilde, Quevedo y tantos otros. Pero no soy uno de ellos así que no tengo más remedio que continuar con esta dualidad cada vez que me da por criticar hasta que se me muera la conciencia o me ilumine cual Buda.O sea, que va para largo mi dilema.
Hoy te traigo uno de esos monumentos, una crítica de lo más maledicente que hizo Lope en estos versos de EL PERRO DEL HORTELANO donde la prota, Diana, se rebaja a revolcarse en el regodeo y la crítica inmerecida…en verso, claro, en el precioso verso que Lope, que nunca tuvo ningún problema con criticar, escribir libelos y airear escozores varios, puso en su boca… ¡Te cuento una preciosa manera de criticar en verso!