Hay parcelas de la cultura que tienen una capa de cosa de élite, de algo sesudo y complejo, para seres evolucionados, solo para entendidos, que nos alejan de ellas…nos dan susto…y corremos. Y por culpa de esa capa de barniz que no tiene que ver con la actividad en si acabamos perdiéndonos cosas gloriosas…como esto de la música clásica.
Creo que todos imaginamos lo mismo: una sala llena de entendidos, la idea de asistir a algo muy muy serio e intelectual, el miedo a no conocer los rituales sobre cuando se aplaude, o cómo hay que vestirse, o si hay que conocer las piezas musicales, o a los intérpretes, o a los compositores….Y te dices: » ¡nena! ¡Es sábado, no me voy a poner yo en un dilema semejante! Una cerveza y a casa!!!»
Y así es como tu y yo nos perdemos algo realmente maravilloso. Así que parte de la cosa consiste en quitarte de encima todos los prejuicios previos, todas las ideas fijas acerca de la música clásica como algo difícil, para señores con levita y barba, o que requiere de unos conocimientos profundos para ser apreciada. ¡Que va! Solo tienes que escucharla y ya!
Para ayudarte a dar el salto (que luego me lo agradecerás) te traigo a estas cuatro para que te hablen de su experiencia gloriosa con una pieza, la 5º de Mahler, y una orquesta de gente jovencísima que toca como los dioses, la JONDE. ¡Vamos!