Soy Emma Lobo y materializo mundos imaginarios
Nací con el don de la palabra y con ella soy capaz de volar, de descubrir mundos nuevos, de hacerte soñar, llorar, reír, morir de tristeza o de miedo, de rabia o de angustia, de alegría o maravilla sin moverte de la silla. Materializo, para ti, mundos imaginarios.
Creo que los seres humanos no podemos vivir sin contarnos historias, que cuando compartimos una historia con alguien somos más grandes que nuestra propia piel, y se nos abre la posibilidad de entender más cosas y a más gente, de ver con más claridad y empatía, con mucha más profundidad.
Creo que no podemos vivir sin la risa y que esta a menudo nace del absurdo. Creo que el humor une a las personas, y que no hay mejor vehículo para limpiar los ojos que una buena carcajada.
Por eso subo a un escenario a contar historias: para compartir, para reír, para no sentirme sola, para entenderme, para entenderte, para que te entiendas, para crear vínculos con los demás, para que los demás se conecten consigo mismos, para que la risa les limpie los pulmones, la mirada y haga más amplios sus pasos.
Hay un verbo que me encanta:
Conmover: De "com" que significa "cabalmente" "por completo" aunque también puede significar "juntos" y "moveo" que significa mover, apartar. Conmover entonces significa mover o agitar juntos.
Por eso, con mis historias, quisiera entrar en tu mundo para ampliarlo, para extender las fronteras de la diversión y la belleza, ¡para expandir la revolución!
¡Me encantaría que formaras parte de mi comunidad!
En esta comunidad compartiré semanalmente videos de humor, historias, pedacitos de risa y de sorpresa para ayudarte a aflojar el ritmo y respirar, para aliviar la tensión, para disminuir el dolor, para hacerte volar, ¡para que juntos conmovamos los cimientos de la tierra!
Nací en Madrid por accidente, pero nunca viví allí. Tuve un gato que tocaba el piano y unos hijos que a los 4 años querían ser respectivamente bailarín de montaña y médica forense antisistema. Vivo en una casa sin paredes llena de escaleras y no usamos zapatos en el salón porque Corea me enamora. Pero lo que importa aquí es que durante muchos, muchos años me debatí conmigo misma en el perfeccionismo, en la dureza, en la creencia sobre «la zanahoria y el palo», en la incomprensión de mí misma y del mundo.
Esto tuvo algo bueno y algo malo: descubrí la lectura, la escritura y la música, que me ayudaban a sobrellevar el exceso de emociones que siempre cargaba conmigo…pero vivir, respirar, caminar, era difícil, cada paso estaba lleno de autocrítica, de enfado, de sabotajes y zozobras.
A base de buscar y buscar en los lugares más inverosímiles (libros de autoayuda, películas románticas, series de vampiros, novelas, cursos más o menos estrambóticos, paseos por cementerios, escuelas de energía, etc.) me fui dando cuenta de lo sencillo que resulta caminar cuando en vez de enfadarte te ríes, cuando te das los espacios para ponerte blandita, cuando desarmas al juez interior con una carcajada, con una broma, con una mirada más ligera, cuando lo distraes a golpe de risa y de belleza. ¡Mira! ¡Una nube en forma de paella!
Uno de los grandes pilares de este cambio fue el teatro, al que llegué, cómo no, por accidente. A fuerza de subir al escenario, de aprender con el público, de descubrir cómo se cuenta una historia, de formarme y buscar, compartiendo sobre el escenario carcajadas, embeleso e historias, descubrí el valor de la risa y del juego en la vida en general, en el día a día. El teatro, y los estudios sobre intuición, me han traído hasta aquí, a quien soy ahora.
¿Y quién soy ahora? ¡Pues alguien mucho más ligero!: me divierto más, trabajo más ilusionadamente, puedo mirar el mundo de muchas más maneras de lo habitual, encuentro pequeñas maravillas prácticamente a cada paso, colecciono tonterías intangibles y me trato infinitamente mejor.
Por eso subo a un escenario a contar historias: para conmover. Y para compartir mi don, para reír, para no sentirme sola, para entenderme, para que te entiendas, para crear vínculos con los demás, para que los demás se conecten consigo mismos, para que la risa les limpie los pulmones, la mirada y haga más amplios sus pasos. Esta es mi misión.
Únete a mi comunidad para avanzar más deprisa en esto de volverte ligero y luminoso, para no tener que buscar la alegría debajo de las piedras, para regalarte risa, placer, disfrute, historias, y ¿por qué no? para ampliar la luz del mundo.